Epidermólisis bullosa

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2. Valoración del picor

Puesto que el picor es un síntoma subjetivo, es importante poderlo valorar y medir de algún modo para poder observar en qué momentos aparece más frecuentemente y la efectividad de los tratamientos o la presencia de factores desencadenantes. Se recomienda valorar las características del picor: localizado o generalizado, cuándo comienza la sensación de picor, estrés emocional, productos de higiene y cuidado cutáneo empleados, tipo de medicaciones administradas, etc.

Las medidas más recomendadas para valorar el picor son realizar preguntas a la persona con EB sobre su intensidad, los lugares donde aparece, qué factores lo aumentan o reducen, cómo le hacen sentir, etc. También existen escalas objetivas para medir el picor. La mayoría de estas escalas están diseñadas para profesionales sanitarios (itch man scale, 5D itch scale). Sin embargo, la escala visual analógica (EVA) del picor (también descrita en el capítulo referido al dolor) podría ser una buena alternativa aplicable desde los 8 años de edad en personas colaboradoras (Figura 4). 

Escala EVA del picor

Figura 4. Escala EVA del picor.

Consideraciones especiales del picor en pediatría

Puesto que las características de los niños y niñas son diferentes a las de los adultos, es importante tenerlas en cuenta a la hora de comprender el picor. Es importante no menospreciar el picor en los recién nacidos, lactantes y/o niño/as mayores, ya que el picor es en ellos también un síntoma dañino y debilitante.

En pediatría el picor relacionado con enfermedades sistémicas o efectos adversos de medicaciones no es tan común como en adultos. Los lactantes con EB requieren mayor atención a los factores ambientales, más que en niños mayores, puesto que su capacidad de intervenir en las mismas está más reducida.

Algunas características de la piel infantil que modulan cómo afecta el picor a los niños son:

  • Elevada superficie corporal en relación al peso, con capas superficiales de la piel más finas. Esto condiciona una mayor absorción de los medicamentos y emolientes tópicos, así como una mayor penetración de alérgenos y/o agentes infecciosos. Por tanto, los emolientes (especialmente en la infancia más temprana) nunca deberían tener perfumes, tintes, aditivos ni conservantes (por el riesgo aumentado de presentar alergias y ser irritantes).
  • Menor función de barrera. Los factores naturales de hidratación y las concentraciones de líquidos en las membranas de las células de la piel infantil son menores que en adultos.

La valoración del picor en niños se hace más difícil porque se suele centrar en lo que relatan los padres.

Última modificación
Jue, 22/06/2023 - 12:13