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Hospital Sant Joan de Déu

Xeroderma pigmentosum: un viaje de espaldas al sol

Kid with his clothes on sitting on a beach
Esta enfermedad genética ultra-rara provoca una sensibilidad extrema a la luz solar.

Xeroderma pigmentosum: la historia de un paciente

«Tenía 3 años cuando le diagnosticaron xeroderma pigmentosum». Little Josh, como a su madre le gustaba llamarle, nació en una pequeña ciudad cerca de Denver, Colorado. Sus padres tuvieron una gran idea para su segundo cumpleaños. Celebrarían el día yendo a las Montañas Rocosas, uno de sus lugares favoritos – al fin y al cabo su primera cita (y donde se enamoraron) fue allí, hacía muchos años. Además, así Josh podría comenzar a experimentar y a disfrutar de una de las maravillas de la naturaleza. Hacía un día espectacular–temperatura perfecta, cielos despejados y sin viento – y, al estar iniciándose la época de primavera, los rayos del sol no eran muy fuertes. Josh parecía estar pasándolo genial y después de una comida muy agradable volvieron a casa a relajarse y descansar tras la jornada. Aunque el día no había sido particularmente muy soleado su madre advirtió algunas manchas rojizas en la piel de su hijo, las cuales se convirtieron rápidamente en quemaduras solares. Preocupada, se dirigió inmediatamente al dermatólogo, que le dijo que «tan solo eran unas quemaduras» y le advirtió que la próxima vez tuviera más cuidado y le pusiera al pequeño más crema de protección solar. «A veces las madres no sois conscientes de lo que el sol puede llegar a hacer» – dijo el doctor mientras se levantaba de la silla y le lanzaba una mirada de desaprobación.

Los meses que siguieron a este acontecimiento fueron confusos y aterradores. A partir de entonces siempre que Josh se exponía brevemente al sol (incluso llevando la pantalla solar de máxima protección), desarrollaba quemaduras solares severas. Llegó un punto en el que incluso los rayos de sol que se filtraban por el parabrisas del coche eran capaces de quemarle. Sus padres se dieron cuenta de que le ocurría algo grave y decidieron llevarlo al mejor dermatólogo. El médico, después de escuchar atentamente y analizar la situación, diagnosticó a Josh una enfermedad conocida como xeroderma pigmentosum, de la que jamás habían oído hablar.

La enfermedad, explicó el doctor, era una alteración genética muy poco frecuente a raíz del cual el cuerpo perdía la habilidad de reparar el daño que los rayos solares producían en el ADN. Aunque el ADN de los individuos sanos también tiende a dañarse por la radiación ultravioleta (UV) emitida por el sol, la mayoría de la gente posee un mecanismo natural capaz de repararlo. Sin embargo, en el xeroderma pigmentosum este daño no puede repararse, dando lugar a un acumulación de anomalías en el ADN. Fue descrito por primera vez en la década de 1870 por Moritz Kaposi, un médico y dermatólogo húngaro que acuñó el término de esta enfermedad haciendo referencia a la característica piel seca y pigmentada que generaba.

«¿Por eso a mi hijo no le puede dar el sol ni tan siquiera unos minutos?» – preguntó el padre de Josh. «Así es. En términos médicos, vuestro hijo tiene una mutación en el gen de reparación por escisión de los nucleótidos» - dijo el doctor de manera muy franca y directa. Después aprenderían que dicho gen era el responsable de la auto-reparación del ADN del que el médico les había hablado antes. Sin este gen, la acumulación de errores en el ADN hace que las células funcionen de manera incorrecta y se conviertan en cancerosas o simplemente mueran.

«El xeroderma pigmentosum – continuaba el doctor – aparece a consecuencia de al menos 9 mutaciones específicas. Se clasifica como recesiva autosómica, lo que quiere decir que para que se dé la enfermedad ambos progenitores deben ser portadores del gen mutado». «Si esto ocurre – continuó – habrá un 25% de probabilidades de que los dos alelos (variaciones de un gen determinado) sean los que posean la mutación, causando que el niño se vea afectado por la enfermedad». El xeroderma pigmentosum era una patología muy rara – su prevalencia es de alrededor de 1 entre 430.000 en Europa, 1 entre 250.000 en los Estados Unidos, y 1 entre 20.000 en Japón –, pero al menos los padres de Josh ahora sentían que podían hacer algo. Lo desconocido puede dar mucho miedo, pero ahora que estaban comenzando a comprender la enfermedad sentían que podrían manejarla mejor.

Los síntomas del xeroderma pigmentosum – algo que ya conocían bien – incluían quemaduras graves después de tan solo unos pocos minutos de exposición solar, piel seca, cambios en la pigmentación de la piel (como por ejemplo gran presencia de pecas en las zonas expuestas), y ojos altamente sensibles al sol, entre otros. También podían presentarse problemas neurológicos como ataques, discapacidad intelectual, falta de coordinación y pérdida auditiva. La enfermedad también podía ocasionar graves complicaciones, siendo la más importante el cáncer de piel sin lugar a dudas. Los pacientes con xeroderma pigmentosum tienen mucha más probabilidad de desarrollar melanoma u otros cánceres relacionados, lo que pone de manifiesto la importancia de implementar medidas de prevención desde edades muy tempranas. Sin estas medidas casi la mitad de los niños terminan desarrollando algún tipo de cáncer de piel para cuando llegan a los 10 años de edad. Sin embargo, si se toman medidas preventivas, la esperanza de vida aumenta notablemente y los pacientes pueden llegar a los 40 años o más.

Afortunadamente con Josh se tomaron las precauciones adecuadas. Después del episodio de las quemaduras, sus padres fueron muy cautelosos con este tema y siempre se ocupaban de que llevara manga larga, pantalla solar de máxima protección y gafas oscuras para bloquear los rayos UV. Si continuaba incorporando estas medidas protectoras y se exponía al sol lo mínimo posible podría tener una vida relativamente normal y fructífera.

El dermatólogo dejó claro a los padres de Josh que él estaría ahí para ayudarles en todo lo que pudiera a lo largo del camino, y concluyó diciendo que aunque el diagnóstico de xeroderma pigmentosum se hacía típicamente atendiendo a los síntomas que presentaba el paciente, lo tendrían que confirmar con un test genético – la prueba final que necesitaban.

Tratamiento y futuro del xeroderma pigmentosum

Terapia génica – ¿Está lo suficientemente desarrollada?

Si bien actualmente no hay cura para el xeroderma pigmentosum, es cierto que en los último años se han hecho grandes progresos en el ámbito de la investigación. La terapia génica se presenta como una de las herramientas más efectivas para luchar contra muchas enfermedades genéticas, ya que un gran número de ellas están causadas por uno o varios genes específicos (aunque no siempre es así). Se ha podido corregir el genoma de células que poseen la mutación del xeroderma pigmentosum por transferencia genética en condiciones de laboratorio, pero aún queda un largo camino por recorrer antes de que este tratamiento pueda ser aplicado en humanos. Esta técnica utiliza la habilidad natural que poseen los virus para introducir ADN en otras células y la maneja en nuestro beneficio. En este caso, el llamado retrovirus se emplea para insertar una copia “correcta” del gen para sustituir el que está mutado. Otras técnicas aún más avanzadas, como la famosa CRISPR, proporciona a los investigadores aún más precisión a las hora de realizar cambios genómicos en localizaciones concretas.

Medidas preventivas – La clave en el xeroderma pigmentosum

Aunque por el momento el enfoque más efectivo sigue siendo utilizar el mayor número de medidas preventivas posibles. Esto implica evitar el sol por completo. Para este fin hay una serie de elementos que conviene utilizar cada vez que se está expuesto:

  • Pantalla de protección solar con un SPF de 15 o mayor, preferiblemente el más alto que haya en el mercado.

  • Prendas con manga larga.
  • Gafas de sol oscuras que posean un filtro de bloqueo de rayos UVA y UVB (enseña a tu hijo a que se acostumbre a utilizar gafas de sol siempre que salga a la calle).

Más allá de estas medidas preventivas, las cremas con retinol ayudan a disminuir el riesgo de cáncer y también es aconsejable su uso. Como el paciente no estará expuesto al sol en ningún momento, generalmente requerirá un suplemento de vitamina D. Además de minimizar los efectos de la enfermedad protegiéndose al máximo del sol, también se recomienda hacerse revisiones regulares de la piel que ayuden a detectar lesiones pre-cancerosas para así poder eliminarlas cuanto antes. Si se desarrolla cáncer puede tratarse con los métodos habituales: cirugía, quimioterapia y otros tratamientos farmacológicos.

Prognosis del xeroderma pigmentosum: ¿qué puedo esperar?

A pesar de que el xeroderma pigmentosum aumenta significativamente el riesgo de cáncer debido a que puede llegar a ser complicado llevar a la práctica todas las medidas enfocadas a evitar la total explosión a los rayos UV, si no hay presencia de síntomas neurológicos y el paciente se protege bien del sol el pronóstico suele ser bueno.

Reflexiones finales

El xeroderma pigmentosum es una enfermedad complicada de manejar, pero si se hace correctamente la estrategia de evitar la radiación solar es altamente efectiva a la hora de retrasar y minimizar los síntomas asociados a esta patología. Se recomienda educar al niño desde una edad temprana sobre “lo que debe hacer y lo que no debe hacer” en lo que concierne a la exposición a la luz solar, para que así puedan integrar estos hábitos lo antes posible como parte de su rutina diaria.

También hay varios grupos de apoyo que pueden ayudarte a conocer el xeroderma pigmentosum y a saber cómo afecta a tu hijo, como NIH Genetics Home Reference, Xeroderma Pigmentosum Society, la Asociación Xeroderma Pigmentosum y el XP Family Support Group.

Share4Rare también es una buena plataforma para ayudar a impulsar la investigación, conectar con otras personas como tú y generar un espacio seguro para compartir experiencias con otros padres que tengan hijos afectados por xeroderma pigmentosum. También puede ayudarte a crear una red de apoyo para que así puedas proporcionar el apoyo y los mejores cuidados a tu hijo o hija.

Un viaje como el de Josh puede ser duro y estar lleno de retos inesperados, pero también es una aventura que puede manejarse con la ayuda adecuada y el apoyo de tu médico, familia y amigos cercanos. Recuerda siempre que tu mayor baza contra el xeroderma pigmentosum es proteger a tu hijo del sol. La terapia génica es la otra gran esperanza, aunque todavía queda bastante lejos. Hasta entonces, los científicos trabajarán día y noche en su misión de encontrar un nuevo tratamiento que pueda ayudar a que niños como Josh puedan disfrutar de nuevo de las pequeñas cosas de la vida: un paseo por la montaña, la suave brisa veraniega o simplemente tumbarse al sol.

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